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domingo, 23 de octubre de 2011

CON BIBLIOTECAS PRIVADAS SE ENRIQUECE LA NACIÓN

Jacqueline Flores Sánchez


BIBLIOTECAS PRIVADAS A FAVOR DE LA CULTURA NACIONAL
Por Jacqueline Flores Sánchez
Hay diversas razones por las cuales coleccionamos cosas, pero siempre la motivación que tenemos para recolectar es porque nos gusta y queremos que eso que queremos trascienda.
He ahí, la razón por la cual las bibliotecas privadas son un gran tesoro, tanto para el poseedor como para las demás personas. Encontrar  libros con un gran valor significativo, histórico, esenciales para la comprensión del devenir del país,  además del valor intelectual de la obra per se, por no decir libros extraños, difíciles  de conseguir y de tener.
Y qué mejor que estas colecciones pasen al conocimiento de las demás personas, siendo ésta la intención del presidente Felipe Calderón, al querer adquirir bibliotecas privadas de grades personas intelectuales en nuestro país, así como también es una forma de reconocerles su trayectoria y ante todo premiar su dedicación y amor por los libros.
Daniel de Lira Luna, afirma que esa iniciativa no es una política de Estado- Simplemente, se trata de un criterio de adquisición.  Aunque reconoce que en ocasiones es necesario adquirir el patrimonio bibliográfico de bibliófilos mexicanos para que no salgan del país, teme que a partir de esta iniciativa se pierda la tradición de la donación, que ha enriquecido el acervo de varias bibliotecas mexicanas, como la de la UNAM, el INAH, la SEP o la Secretaría de Hacienda. De Lira afirma que si algo caracteriza al gobierno mexicano es la falta de visión o conciencia para preservar sus testimonios documentales históricos.
Lira delira—opina un intelectual de la UAM que a través de su propia vida dedicada a la investigación ha recopilado una buena cantidad de libros raros y valiosos para entender el devenir histórico de nuestra Patria. ¿Por qué? Pues, simplemente, porque se trata de una injusticia. Si el coleccionista decidiera deshacerse de su biblioteca y la vendiera al mejor postor, inclusive en el extranjero, estaría en su pleno derecho. Sin uda, con grandes sacrificios ha llegado a integrar esas costosas obras en sus libreros. No sería, pues, correcto que a la hora en que por razones de cualquier índole decidiera no lucrar con sus ahorros y su pasión bibliográfica, sino obtener una cantidad similar a la que empleó para comprarlos (sin tomar en cuenta, gastos de almacenamiento, variación de la moneda y alza en los costos de librería) SE LE OBLIGARA A REGALAR esos recursos a la nación. Por una parte. La otra, muy humana y sicológicamente comprensible, es sabido que lo que no cuesta no se aprecia. Montones de libros regalados hay que no merecen ni siquiera un lugar en un librero, sino que están tirados en bodegas, echándose a perder. Hablar de la costumbre de obligar a necesitados deudos, viudas e hijos desamparados—que, inclusive, sufrieron en carne propia el desvío de los recursos económicos a la adquisición de libros—a donar los bienes únicos que heredan no es sólo una crueldad ignominiosa sino un acto ilícito e inmoral, máxime cuando se trata del estado que tiene la obligación de comprar, preservar, cuidar esos tesoros en bien público.
Por lo que es necesario caer en cuenta de que las bibliotecas particulares son un patrimonio al que no se debe dejar salir del país por diversas razones principalmente porque en el traslado de una país a otro los libros pueden maltratarse, perderse etc. además de que el reconocimiento del fundador de tal o cual biblioteca se verá mermado al no estar en su país de origen. Considerando que México ha visto nacer a muchos sabios, intelectuales y conocedores,  ¡qué mejor que homenajearlos en su propio país!, tomando en cuenta las medidas de seguridad al exhibirlas al público y,  sobre todo,  que permanezcan en una Biblioteca ad hoc, moderna, con aire acondicionado, con precauciones de conservación de los infolios contra la humedad, la polilla y otras lacaras, tratándolos como verdaderas joyas, más allá de una simple colección de libros.
Este proyecto se debe ver como gran paso para proteger, cuidar y acrecentar  la cultura mexicana que, desde mi punto de vista,  enriquecerá más a nuestro país, por lo que no se debe escatimar, ni limitar el presupuesto en la adquisición de dichas bibliotecas,  objetivo esencial de la propuesta de Felipe Calderón.
Tomando en cuenta la actual situación en que se encuentran los herederos DENEGRE VAUGHT, hijos del célebre bibliógrafo, historiador y librero, de ser verdaderamente víctimas de maltrato, discriminación y violaciones a su derecho a la honra por parte de la dirigente de CONACULTA, Sra. Consuelo Sáizar,  es muy triste que la dependencia que se encarga de fomentar la cultura  del país se quede encasillada por un motivo personal sin darse cuenta de que sus acciones perjudican al resto de los ciudadanos los cuales  están interesados por el progreso y resguardo de sus bienes culturales y de ninguna manera quisieran que lo que beneficia a sus historiadores, investigadores bibliográficos y científicos sociales no salga de la nación. Pues, es cierto, que los DENEGRE no se van a quedar esperando a que les resuelvan sobre la compra que les prometieron y parece que ya están en tratos con una biblioteca canadiense para su adquisición porque—para vergüenza nuestra—tal pareciere que en el extranjero aprecian más los documentos que definen nuestra personalidad histórica que las autoridades a las que se les encomendó esa noble tarea proclamada por el Presidente Calderón, intención que lo ennoblece, aunque encuentre los obstáculos que interponen sus cercanos colaboradores.
Por lo que sugiero a los herederos de DENEGRE-VAUGHT, en primera instancia, que prosigan infatigablemente en su empeño de convencer a dichas autoridades hasta que se reconozca el valor total de la biblioteca del Lic. Jorge Denegre Vaught, agotando cada recurso posible. Y, además que logren el propósito de limpiar del nombre del reconocido polígrafo, pues es injusto que el Director General de Bibliotecas de CONACULTA, el Lic. Fernando Álvarez del Castillo lo despoje del título que bien se merece de ser un gran intelectual mexicano que a todos nos honra, y, por tanto, a todos desdora que pretendan arrebatarle ese título muy merecido.
Por otra parte, si acaso  el presupuesto de la institución no alcanza para la adquisición total de dicha biblioteca, hacer un estimado y solo dar una parte, aunque el valor real se vea ligeramente afectado.
En último de los casos, les recomiendo no vender la biblioteca, pero sí ponerla en exhibición, dando el reconocimiento merecido, al mismo tiempo que permanecerá en su lugar de origen, con los cuidados excelentes que merece tan extraordinario acervo. CONACULTA podría sufragar los gastos de mantenimiento, si se quedaran en las casas donde se alojan los libros, documentos, pergaminos, folletos, incunables, obras muy valiosas que hasta ahora han conservado celosamente los tres hermanos DENEGRE.

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