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lunes, 24 de octubre de 2011


xZad Zerolf Durden
A pesar de que me parece entender su deseo por conservar la biblioteca de su padre y preservar todo el acervo que contiene dentro de nuestro país, no solo por el conocimiento que ésta alberga, sino también como tesoro nacional,  en mi opinión, en México suelen no valorarse las grandes obras, hasta que ya se nos fueron de las manos,  lo cual es triste, pero frecuente.
Dada la postura de la señora Saízar Guerrero  y la renuente negativa por parte del gobierno de adquirir su biblioteca, pienso que la mejor opción sería venderla a algún particular que sea mexicano, de no ser así, tal vez debería considerar conseguir un comprador extranjero, pues además de que seguramente estos compradores privados valorarían más aquellos libros y pagarían mejor por ellos, seguramente con el tiempo Conaculta notaria la calidad de la biblioteca y vería su error al no adquirirla, aunque es probable que por su arrogancia no lo haga del dominio público, esa sería nuestra tarea; difundir su contenido y su la calidad, lo cual eventualmente le daría cierta fama, así como el reconocimiento a su curador, que es claro, su padre.
Por otro lado, si su empeño está en que la biblioteca pase a ser propiedad de la nación, pienso que podría acercarse a Rodrigo Martínez Baracs, hijo de José Luis Martínez, para mostrarle la biblioteca y que le preste asesoría, así, dado que su situación es similar (en el sentido de que ambos son hijos de intelectuales que han formado grandes bibliotecas) probablemente le facilitaría ayuda para que el gobierno federal adquiera su biblioteca, tal como hicieron con la de su padre.
Según mi breve investigación, la intención de Felipe Calderón es comprar “al menos un par de decenas” de bibliotecas privadas para que el público en general pueda tener acceso a ellas. Para ello se cuenta con un presupuesto para la cultura de 12 mil millones de pesos, con lo cual lógicamente podrían costear los 98 millones en los que valuaron su biblioteca. Sin embargo, es probable que Conaculta no quiera costear esa suma, por lo que deberá sacrificar un beneficio económico, por el reconocimiento y permanencia de la biblioteca en nuestra nación, donando la biblioteca, siempre con la condición de hacer público el reconocimiento de la nación hacia su padre como intelectual.

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