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miércoles, 3 de agosto de 2011

POMPA Y POMPA, JOSÉ VASCONCELOS A LA PALESTRA

A invitación expresa de Jorge Denegre Vaught, el Prof. Antonio Pompa y Pompa dirigió una Colección de Editorial Academia Literaria, titulada TESTIMONIOS DOCUMENTALES DE MÉXICO.
Pompá era secretario perpetuo de la Academia Nacional de Ciencias, , Director del Departamento de ARCHIVOS HISTÓRICOS Y BIBLIOTECAS DEL INAH Y SECRETARIO GENERAL DE SU CONSEJO PERMANENTE. Era  MIEMBRO DE NÚMERO de la ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Y DE MÚLTIPLES ACADEMIAS Y SOCIEDADES CIENTÍFICAS DEL PAÍS Y DEL EXTRANJERO. . Fue Presidente ejecutivo del Congreso mexicano de Historia. La nómina de sus publicaciones abarca seis volúmenes con materia histórica,  varios folletos y más de tres mil artículos con temas de la misma especialidad.

Al dar "RAZÓN" de la obra de Jesús González Monroy, Ricardo Flores Magón y su actitud en Baja California, el notable historiador manifestó:












Él como José Vasconcelos, comprendió que sólo divulgando la lectura podría salvarse la nación pues el libro es el esfuerzo del hombre para indemnizarse de las injusticias de la vida.
Señor: En el celebérrimo Ulises Criollo, El Maestro de América José Vasconcelos, narra que el santuario del Instituto Campechano—donde estudiaba—era la Biblioteca. Entraba en ella con emoción parecida a la que le producían las Iglesias. La manera de ensanchar las almas con los libros se parecía al despliegue de la oración. No era muy grande la sala, pero sí acogedora, recuerda el Odiseo de la política nacional. Una estantería de madera de zapote, morena y olorosa, cubría casi las paredes y encerraba pergaminos que fueron de conventos y valiosos volúmenes de pasta francesa. En algunos tableros sin estante y en el friso habían  figuras en honor de la Ciencia. Equivalía aquello a las imágenes que dan vida a los templos... Y concluye el fundador de la  Universidad Nacional, por la que hablará el espíritu de nuestra Raza“Desde entonces me quedó la idea de hacer, alguna vez, una biblioteca más grande según el mismo plan.”


Prólogo.

Con  Jesús González Monroy merece la enhorabuena de todos los que se interesen por la verdad de nuestra historia porque su libro: "Ricardo Flores Magón y su actitud en la Baja California" pone los puntos sobre las íes en cuestiones que han sido debatidas por largos años.
Deja en claro que los Magonistas --patriotas rebeldes llamados así porque los encabezaban el hombre de gran carácter y heroica tenacidad que fue Ricardo Flores Magón-- , no fueron traidores, porque no es traición sino patriotismo combatir al mal gobierno por todos los medios que están a nuestro alcance. Hidalgo no fue traidor puesto que combatía el mal gobierno y estaba muy lejos de pretender la entrega de los intereses de su país a manos extranjeras. Esto lo han hecho,  desde el poder, muchos gobernantes de México, sin que se les acuse de traidores; al contrario, se les absuelve y se les elogia por los cómplices que ayudaron a mantenerlos en el poder.

Que los magonistas hayan aceptado ayuda de los norteamericanos para derrocar a Porfirio Díaz, es seguir una vieja tradición, iniciada por cierto por Mina el Mozo que entró p'or Tamkpico al frente de 40 filibusteros, todos norteamericanos.
Es mucho lo que se debe perdonar al que combate al tirano de su país. Los traidores son estos tiranos, llámense como se quiera, por muchas estatuas que se les levanten, pero es traidor todo el que ha hecho concesiones al extranjero con el ánimo de salvar su gobierno y mantenerse en el poder.
Los magonistas, después de una lucha heroica y prolongada contra la vergüenza del porfirismo, padecieron el desengaño de ver que el país los olvidaba a la hora del triufo sobre Porfirio Díaz.
 A todos debe pesarnos esta ingratitud colectiva, que por cierto el Sr. Madero siempre trató de corregir.
Lo que hiy queda en claro-- y a ello contribuye el libro de Jesús González Monroy , publicado por Jorge Denegre Vaught --, es que el movimiento magopnista, aún en los momentos en que invadía el Territorio de Baja Californioa, y por el hecho mismo que lo invadía, fue heroico y fue patriota.

México, D.F., Agosto 19 de 1957.

JOSÉ VASCONCELOS.


La filosofía en la 
Revolución de 1910


VICENTE LOMBARDO TOLEDANO*




En la Baja California los elementos del Partido Liberal organizaron el principal centro de sus operaciones militares, por el aislamiento en que se encontraba la Península. Cuentan con la colaboración de militantes del movimiento obrero norteamericano de tendencias anarquistas, muchos de ellos afiliados a la International Workers of the World. Se les califica de “filibusteros” y aun de pretender segregar esa parte del territorio nacional para favorecer a los Estados Unidos. Esa es una calumnia, como lo demuestra el testimonio de Jesús González Monroy en su obra Ricardo Flores Magón y su actitud en la Baja California, y lo precisa Agustín Cué Cánovas en su libro Ricardo Flores Magón, la Baja California y los Estados Unidos. Pero los compañeros del presidente del Partido Liberal lo fueron abandonando: Juan Sarabia, Antonio I. Villarreal y otros, entre ellos John Kenneth Turner, el famoso autor de Barbarous Mexico, que despertó grandes simpatías entre el pueblo norteamericano hacia la lucha contra la dictadura porfirista. En una carta dirigida a González Monroy dice Turner: “Mi reacción con respecto a los ataques de Ricardo Flores Magón hacia Francisco I. Madero y otros, en la lucha contra Porfirio Díaz, fue muy similar a la de usted en aquella fecha… Cuando Díaz abandonó el poder y se restableció la paz, consideré muy desacertado continuar la lucha armada y, por tal razón, salí de Los Ángeles (al final de mayo de 1911) y expuse a la prensa que yo daba por terminada mi participación, en lo concerniente a la revolución en contra de Porfirio Díaz”.

EL MAGONISMO EN BAJA CALIFORNIA
Selección y notas, Pablo L. Martinez
CAPÍTULO SEXTO
UNA COMISIÓN DE PAZ A BAJA CALIFORNIA


Ya se ha dicho que al lado de los comisionados que envió a Los Angeles la revolución que acababa de triunfar, llevando un ramo de olivo a los radicales magonistas, con promesas de acomodarlos en la nueva situación, iban otros que se dirigieron a Baja California para gestionar el licenciamiento de los hombres en armas en dicha región. Estos comisionados eran los antiguos magonistas José Ma. Leyva y Jesús González Monroy, que se habían pasado al bando maderista y en el nombre del cual se acercaban ahora a sus antiguos compañeros de lucha pidiéndoles que depusieran su actitud retiscente a reconocer los Tratados de Ciudad Juárez y abandonaran su intención de continuar la guerra fratricida. Las credenciales de estos últimos emisarios fueron extendidas en Chihuahua por Dn. Abraham González y tienen la siguiente redacción:
GOBIERNO PROVISIONAL DEL ESTADO DE CHIHUAHUA
He tenido a bien nombrar delegados de paz a los portadores de este pliego, Srs. José María Leiva y Jesús M. González, para que celebren conferencias con los revolucionarios de la Baja California que operan bajo instrucciones de Ricardo Flores Magón, y procuren llegar con ellos a un arreglo mediante el que cesen en sus hostilidades y contribuyan así al restablecimiento de la paz que, si odiosa bajo el reinado de la tiranía, es bella y fecunda en bienes cuando existen libertades efectivas para todos los hombres.
La revolución organizada contra la dictadura de Porfirio Díaz ha obtenido un éxito completo: el viejo déspota huyó al extranjero y el andamiaje todo de su corrompida administración está siendo demolido por los elementos sanos de la insurrección triunfante. De hoy en adelante México será un país en que en verdad se respeten los fueros de la humanidad.
La libertad de pensamiento no encontrará trabas. Toda persona, cualquiera que sea su credo social o político, podrá hacer propaganda de sus ideas sin temor a persecuciones. Los obreros gozarán del derecho de organizarse para luchar, dentro del orden, por su emancipación y mejoramiento. El voto, la tribuna y la prensa, libres e inviolables, servirán de conducto a todos los ciudadanos para la manifestación espontánea de su voluntad y de sus pensamientos.
La revolución armada es injustificable en un país libre, como queremos que lo sea México. Por eso espero que todos los revolucionarios de la Baja California depongan su actitud hostil y se dediquen pacíficamente a la propaganda de sus ideas. Sería verdaderamente lamentable que, habiendo cesado los motivos que provocaron la insurrección, se vaya a continuar derramando sangre en el suelo mexicano.
Sinceramente anhelo que la tragedia de la guerra fratricida no continúe segando vidas útiles, y por eso he nombrado como delegados de paz para que parlamenten con los rebeldes de la Baja California al firme defensor de los oprimidos Jesús M. González y al digno luchador José María Leyva, que fue de los primeros en arrojar el guante a la Dictadura y de los que más se han distinguido en esta contienda por la firmeza en sus principios y por su bravura en el combate.
Sufragio Efectivo. No Reelección.
C. Juárez, 6 de junio de 1911.
El Gobernador Provisional de Chihuahua.
Abraham González.
Srio. Braulio Hernández.


LA ACCION DE LOS COMISIONADOS
Llegaron los antedichos delegados a Mexicali a mediados de junio y tras de vencer algunas dificultades lograron que los magonistas que allí había, en número de 30, aceptaran las sugestiones de paz y entregaran las armas. El 17 de junio, con intervención del Cónsul de Los Angeles, Antonio Lozano y con la del Sr. Aurelio Sandoval por la Secretaría de Hacienda, tomó posesión de dicho lugar Rodolfo L. Gallego, que tenía en Caléxico gente armada bajo la bandera maderista.
Marcharon enseguida los dicho emisarios a Tijuana, vía Los Angeles y se acercaron a la frontera el día siguiente, observado lo cual por los elementos partidarios del gobierno, elevaron con fecha 19 de junio, una protesta telegráfica, de San Diego, ante el Presidente Interino León de la Barra porque se llevaban a cabo pláticas de paz con los filibusteros, en vez de aniquilarlos sin misericordia, por haber atentado, según ellos, contra la soberanía nacional. Firmaban esta protesta: Manuel Labastida, Heraclio Ochoa y Alejandro Savín. El Presidente de la Barra les contestó con cortesía indicándoles que el gobierno sabía lo que hacía.


LA EPOPEYA DEL 22 DE JUNIO
Uno de los que intervinieron en las pláticas de paz que se celebrabran en la línea divisoria dejó la constancia siguiente, que en copia fotostática posee el coleccionista de estos documentos y dice así:
Director General de Correos
México.
669
Arturo M Elías, como ex-Cónsul de México en Los Angeles, Cal., y actual Director General de Correos, certifica los hechos que personalmente le constan, a pedimento del señor General José María Leyva.
El dieciocho del mes de junio del año de mil novecientos Once, al hacerme cargo del Consulado de México en la ciudad de Los Angeles, California, en substitución del señor Antonio Lozano, se presentaron los señores General José María Leyva y Jesús M. González, exhibiendo documentos que los acreditaban como Delegados de Paz, nombrados por el C. Gobernador provisional y Secretario General de Gobierno del Estado de Chihuahua, señores don Abraham González y Braulio Hernández, respectivamente, para llevar a cabo el licenciamiento y desarme de los rebeldes que operaban en Tijuana, Baja California, bajo las órdenes de Ricardo Flores Magón, pues ya habían conseguido licenciar y desarmar a los rebeldes que operaban en Mexicali, cosa que le constaba al señor Lozano y que probaban los delegados con documentos que exhibían a mi vista.
El Secretario de Relaciones autorizó mi cooperación en los arreglos de Paz, de desarme y licenciamiento de los rebeldes de Tijuana, así como la intervención del Sr. Aurelio Sandoval, por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, para facilitar alguna cantidad de dinero en caso de llegar a un entendimiento con dichos rebeldes, para pagarles el importe de caballos y facilitarles para sus gastos más urgentes en el momento de evacuar el Territorio ocupado por ellos. Para el efecto, nos transladamos el señor Aurelio sandoval y yo a la ciudad de San Diego, California, en donde ya se encontraban el señor General Leyva y Jesús M. González, desde el día 18 de junio, preparando el terreno con ayuda del Cónsul de México en San Diego, California, señor Prieto, así como también el consentimiento de las autoridades americanas de San Diego, a fin de que se les permitiera que la primera conferencia con los rebeldes se efectuara en la línea de México y Estados Unidos, sin incurrir en violación a las leyes de neutralidad; con las pláticas preliminares tenidas con dichos rebeldes entre el General Leyva y González ya habían conseguido que se hiciera la concentración de todos en la plaza de Tijuana, Baja Califomia, consecuentes en llegar a un arreglo.
El día 21 de junio nos transladamos a la línea fronteriza de México y los Estados Unidos, Tía Juana, el señor Aurelio Sandoval, el General José María Leyva, Jesús M. González y el que certifica, con el fin de conferenciar con los rebeldes, los cuales ya se encontraban reunidos y en perfecta formación frente a la aduana americana, Tía Juana, y por más que se había querido hacer todo esto con discreción. la presencia del General José María Leyva y de Jesús M. González había llamado la atención de los mexicanos que estaban pendientes de sus movimientos y atraídos por la presencia de los rebeldes en la línea fronteriza, se reunieron centenares de mexicanos y americanos en aquel sitío que hizo imposible, ese día, todo arreglo; sin embargo, conseguimos hablar con los cabecillas Mosby Jack y Pryce John, así como con algunos mexicanos y nos pusimos de acuerdo para que las pláticas se efectuaran al día siguiente, en lugar determinado y en horas en que nadie viniera a interrumpirnos.
Así lo hicimos el día 22 de junio; a las cinco de la mañana nos transladamos en automóvil a la Garita de México con Estados Unidos y allí nos esperaban los cabecillas Jack Mosby y John Pryce y los mexicanos que militaban a sus órdenes y bajo las órdenes directas de Ricardo Flores Magón, y sin dificultad nos pusimos de acuerdo para que se reunieran todos ellos para antes de las doce del día, que nos informaran el número exacto hombres, caballos, municiones y armamento, para fijar la cantidad exacta que podíamos darles, a fin de que se salieran, pasando a Territorio Americano sin que nadie los molestara. En eso estaban, concentrándose en Tijuana, cuando los sorprendió el General Celso Vega con un ejército compuesto de soldados de línea y voluntarios, que se unieron a sabiendas de la situación en que se encontraban, dispuestos a evacuar la plaza ese mismo día, siéndoles fácil inflingirles la derrota, que dio fin a nuestros trabajos (1).
México, D. F., febrero 28 de 193I.
Arturo M. Elías.



Notas
(1) Esta última afirmación de Elías tiene su confirmación tácita en el documento que se publica en otro lugar y que prueba terminantemente que en la toma de Tijuana por los federales se gastaron solamente 95 cartuchos de mausser. ¡Ni tratándose de un simple fusilamiento se hubieran economizado más municiones!



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